En medio de unos campos sembrados aparecen dos puentes que no atraviesan nada, ni un riachuelo, pero con pinta de haber sido importantes, que recuerdan otras mayores que he visto en lugares como el Canal de Castilla o en Canal Imperial, restos de una época, la Ilustración, donde se acometían proyectos encaminados a desarrollar el país en su conjunto, en dotarlo de competitividad frente a otras potencias y en extraer los recursos que nuestra complicada orografía nos ofrecía. Una época de iluminados, de emprendedores, de personas que lo arriesgaron todo para conseguir un objetivo, que no era un escaño en las cortes y una jubilación dorada. Hoy les hablaremos del CANAL DE CABARRÚS.
EL CANAL DE CABARRÚS
Construido entre 1.775 a 1.799 que tuvo su origen a cinco Kms. Torremocha de Jarama, junto al río Lozoya. Corría unos 12 kms., de N. a S. a desembocar en el río Jarama, uniendo ambas cuencas. Aprovechando la infraestructura creada por el arquitecto Ingeniero Vicente Tornéis, para la familia Echauz, en 1.775 desde la llamada presa de la Güesa; los ingenieros constructores hermanos Lemaure, «Los Lemures», alargaron la Acequia o Canal para regar la amplia vega jarameña de Patones, Torremocha y Torrelaguna realzando diversas construcciones auxiliares a lo largo de ella, como casillas, puentes molino, Casa de Oficios; trayendo operarios y colonos franceses y valencianos. Se amortizaba con el cobro de cuotas a los regantes que disfrutaban del servicio. La importancia del Canal, proyecto modélico, para los Ilustrados de aquel momento, permitió la creación de un Reglamento de Regantes para los vecinos de Uceda, Torrelaguna, Torremocha y Patones, que se aprobó por el rey Carlos IV en 1.790. El regadío de estas vegas era muy antiguo, y en 1.647, el rey Felipe IV, por Real Cédula, fundamentó la estructuración del mismo, al privatizar el derecho de explotación de las aguas del Lozoya y el Jarama, a favor de los antecesores de la familia Echauz, reforzando la utilidad del Molino medieval de la Madre de Dios, hoy la Fábrica, y el desaparecido Molino del Duque de Uceda.
13 KILÓMETROS DE LARGO Y 25 AÑOS DE EJECUCIÓN Durante el reinado de Carlos III, el adinerado conde de Cabarrús ideó un curso artificial para aprovechar las aguas del Jarama y del Lozoya para usos agrícolas. Casi 25 años duró la obra, proyectada por los ingenieros Carlos y Manuel Lemaur. Alrededor de ella se levantaron 12 puentes de piedra, cinco acueductos, una acequia, y diez casas para los vigilantes del canal.
En la segunda mitad del siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, Francisco Cabarrús, conde de Cabarrús, asesor financiero de la Corona española y prestamista del rey, ideó un canal artificial que aprovechase las abundantes aguas de los ríos Jarama y Lozoya para dedicarlas a usos agrícolas. Cabarrús, que poseía una notable fortuna, adquirió los derechos de las aguas de ambos ríos (que detentaba la familia Echauz) y puso en marcha el proyecto.
Durante casi 25 años desembolsó casi ocho millones de reales, una cifra muy alta para la época, y vio como el canal iba tomando forma y a su alrededor crecían las huertas y los campos de labor. Los ingenieros responsables de la construcción del canal fueron los hermanos Carlos y Manuel Lemaur. Se construyó como infraestructura auxiliar al canal un total de 12 puentes de piedra, cinco acueductos, una acequia y diez casas de guarda para los vigilantes del canal. Por último, se erigió una gran casa de oficios en Torremocha de Jarama, que se utilizó como vivienda estacional.
En 1798, cuando las obras del canal estaban aún inconclusas, su mentor el conde Cabarrús, partió para Holanda en una misión diplomática y se dio el canal por terminado. Años después, coincidiendo con la Guerra de la Independencia, Cabarrús se aliaría con el rey José Bonaparte y moriría en Sevilla en 1810.
Su canal seguiría operativo hasta 1822, año en que dejó de utilizarse en favor de los cultivos de secano propios de la meseta castellana. En 1880 lo que quedaba de las instalaciones fue comprado por el Canal de Isabel II, en cuyas manos sigue en la actualidad, que actualmente está enajenando mucho de sus bienes, que son de todos.
LA REHABILITACION
En este artículo de la revista BIA del Colegio de Aparejadores de Madrid se analizaba la dificultas y los trabajos emprendidos.
Según se indicaba en el artículo José Carlos Fernández Casal, arquitecto técnico y director de la Ejecución de las cinco intervenciones mayores realizadas en el canal de Cabarrús, “para las labores de recuperación de las grandes piezas del antiguo canal de riego de Cabarrús hubo que respetar al máximo los materiales y técnicas constructivas originales, así como repoblar con especies vegetales de la zona”. Son las premisas de una actuación que se inicia en 2015, según explica.
Primeramente, realizaron el desbroce y limpieza de los pontones y del cauce del canal, así como la eliminación de elementos y materiales no originales. La obra consistió en la reintegración y reconstrucción de mampostería de piedra caliza y morteros de cal, con cosido de fracturas de piedras, mediante fibra de vidrio y adhesivo epoxi, previa preparación de bordes y rejuntados”, resume el arquitecto técnico.
Esta intervención se completó, dice, “con la reposición de árboles y arbustos autóctonos: populus nigra (chopo) o erica carnea (brezo), estudios arqueológicos, con catas y memorias finales de intervención, la impermeabilización del cauce del canal en donde se sigue usando y, por último, la colocación de pasarelas peatonales y bancos de madera en el entorno”. La última actuación, por ahora, es el levantamiento de un merendero, a mediados de 2018.
Según el Arquitecto Técnico, “El principal inconveniente fue la dificultad de acceso”, algo en lo que muchas veces el público no piensa (¿Cómo se rehabilita un Castillo en lo alto de un cerro sin acceso?). “En algunos casos, por caminos agrarios; en otros, los pontones estaban en una finca agrícola. Además, había que contar con la comunidad de regantes que siguen usando el canal en algunos tramos y había días en que no se podía trabajar en el cauce”.
Según indica el artículo: “La primitiva sección del acueducto de Torremocha o de La Cerrada estaba oculta bajo dos metros de tierra. Se rehízo con dos muros laterales de mampostería careada trabada con mortero, sobre una solera de hormigón. La piedra usada fue caliza local, aprovechada de un derribo, y la tierra extraída de la propia excavación, enriquecida con cal y arena, se utilizó de mortero. El fondo del nuevo canal se impermeabilizó con cal hidráulica sin colorantes. El resto de la construcción, con sillería en esquinas y bóveda y fábricas de mampostería bien careada y recibida con mortero de cal, se limpió con agua a presión, se repusieron las piezas perdidas y se rejuntaron las zonas más lavadas de las mismas con un mortero análogo al de los muros del nuevo canal.”
CASAQUEMADA Y LA CAÑADA
Según el artículo de BIA, los pontones de Casa quemada y La Cañada usan materiales similares al acueducto: mampostería de piedra caliza, mortero de cal y sillares calizos para la bóveda.
El pavimento del tablero estuvo formado por cantos rodados y mortero de cal. El de Casaquemada apenas había perdido algunas zonas de los riñones, los muretes de contención de tierras y la coronación de los pretiles; todos ellos fueron recuperados.
Al desaparecer el tablero, las rodadas de los carros dejaron su huella sobre el trasdós de las dovelas de la bóveda, por lo que se dejaron a la vista. Lo mismo ocurre en La Cañada, donde también se optó por no rehacer el pavimento.
Según el artículo del BIA, la volumetría de La Cañada había tenido mayores pérdidas, pero conservaba gran parte de una rampa de acceso al tablero, de tierra compactada, que sirvió de guía para recuperar las demás. Junto a ellas, se crearon zonas de descanso. Bajo las bóvedas de ambos pontones se recuperó la traza del canal mediante vegetación autóctona contenida en borduras de acero corten y se incorporó una iluminación que recuerda el reflejo del agua.
Con un total de presupuesto de ejecución de entre 42.600 y 50.000 euros por intervención, y un total de presupuesto en investigación histórica, proyectos, direcciones y obras de 318.544,98.-€ estas actuaciones se realizaron entre los meses de Sep-2015-Oct 2018.
Tres años de cuidadas y estudiadas actuaciones, no sé cómo lo consideran ustedes, pero desde mi punto de vista es gestionar como la mejor ama de casa, y a mí me crio la mejor, hay que decirlo con orgullo, así que sé bien de lo que hablo.
Todo para que luego salga en la última peli de Almodóvar, sin que nadie sepa nada de ese entorno tan lleno de historia, ilusiones, y trabajo de muchos profesionales, algo que ya comentamos en un artículo anterior, Perder la Memoria.
Acérquense a verlos, merece la pena, por su historia, por su entorno, por el esfuerzo y el dinero de todos dedicado a recupéralo.
BIBLIOGRAFIA
Revista BIA 299 invierno 2018 páginas28-35. Autor Carlos Page
FICHA TECNICA DE LA ACTUACION:
Promotor Dirección General de Patrimonio Histórico. Comunidad de Madrid.
Proyecto / Proyectista y dirección de obra Alejandro García Hermida, arquitecto: restauración del primer acueducto del canal de Cabarrús. Ismael Pizarro Muñoz, arquitecto:
restauración de los pontones de Casaquemada y la Cañada. Raquel Soler Porras, arquitecta: adecuación del entorno y segunda fase de restauración del puente de la Cerrada.
Estefanía Fernández-Cid Fernández-Viña, arquitecta: restauración de los pontones de los Majuelos y de la Cabeza.
Director de la Ejecución de la Obra José Carlos Fernández Casal, arquitecto técnico.
Coordinación de Seguridad y Salud en fase de ejecución José Carlos Fernández Casal.
Historiador encargado de la memoria histórica Gonzalo López-Muñiz Moragas.
Empresas constructoras Construcciones y Restauraciones Barrionuevo. Rehabisoria. Mármoles y Granitos Cabanillas.
Santiago Durán García
Arquitecto Técnico (UPM)
MDI Máster En Dirección Inmobiliaria (UPM)
EEM Gestor Energético Europeo (UPM European Energy Manager)
M. 618.519.717
www.sduran.es /santiagodurangarcia@gmail.com /LinkedIN Santiago Durán