La Sacramental de San Isidro es el cementerio eclesiástico más antiguo de Madrid.
Con el nombre abreviado de “Sacramental de San Isidro”, también Cementerio de la Sacramental de San Isidro, San Pedro y San Andrés, se conoce al “cementerio de la Pontificia y Real Archicofradía Sacramental de San Pedro, San Andrés, San Isidro y de la Purísima Concepción”.
Dicha Archicofradía se creó como resultado de la fusión en el año 1.587 de las Cofradías de las Parroquias de San Pedro el Real y de San Andrés Apóstol además de las Cofradías de la Purísima Concepción y de San Isidro Labrador, ya que entre sus fines se encontraba el de dar sepultura a sus Cofrades fallecidos, por lo que la Archicofradía solicitó permiso para abrir un cementerio fuera de Madrid, en las inmediaciones de la Ermita de San Isidro.
En el mes de Julio del año 1.811 tras la bendición del Vicario de Madrid D. Rafael Isidoro de Hervías se realizó el primer enterramiento, el de Francisco López Ballesteros el 21 de julio de 1811.
Comenzó por enterrar a miembros de la cofradía del santo, pero se fue abriendo a personalidades de la nobleza y la burguesía más adinerada.
Allí descansa una parte considerable de los que ha influido en la historia del país y de la ciudad, como el Marqués de Salamanca, seguido de una buena parte del callejero de Madrid.
Fue construido según proyecto del Arquitecto de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando D. José Llorente y ampliado en sucesivas ocasiones por arquitectos de renombre como D. José Alejandro Álvarez, D. Francisco Enríquez Ferrer, D. José Núñez Cortés, etc.
En 1980, ante la necesidad municipal de urbanizar los alrededores, se procedió a una permuta de terrenos con el Ayuntamiento, que permitió la realización de vías urbanas, ajardinamientos, y la fijación de sus linderos, creándose un conjunto único.
Este conjunto tiene una superficie de unos 120.000 m2, distribuyéndose en varios recintos ó patios de muy diferentes características históricas, topográficas y constructivas, está reconocida como “Cementerio Histórico” de Madrid por su valor artístico y su elevado número de elementos arquitectónicos y escultóricos existentes en sus monumentos funerarios; así como por el valor paisajístico.
Los patios más modernos y de menos interés son los situados al fondo y más alejados de la entrada, junto al lateral de la ermita del santo.
HISTORIA DEL CEMENTERIO
En Madrid, durante el siglo XVIII, las parroquias y sus cementerios anexos eran insuficientes para prestar sepultura a toda la población, además suponer un grave problema que representaba tener en el interior de las ciudades un foco de infección. En el reinado de Carlos III asesorado por Floridablanca y Jovellanos, se solicitan informes a diversas cortes europeas para conocer las soluciones utilizadas. En 1787 el rey Carlos III ordena la prohibición tajante de hacer enterramientos en las parroquias y la construcción de cementerios extramuros; orden mal recibida tanto por las autoridades eclesiásticas que veían una merma muy importante en sus ingresos parroquiales por los derechos de enterramiento que solicitaban a sus vecinos, como por los mismos feligreses.
Allí serán enterrados los grandes políticos, la aristocracia, las artistas y toreros románticos. El coste de los mausoleos llegará a tener precios desorbitados, y dará lugar a verdaderos monumentos que podemos disfrutar con la distancia que nos da saber que de muchos de los ilustres propietarios ya nadie se acuerda.
Cementerio durante fiestas de San Isidro año 1970
Este cementerio alberga los restos de algunos de los personajes más conocidos e influyentes en la sociedad española en los siglos XIX y XX. Así, por ejemplo, en el cementerio de San Justo vecino se encuentra el Panteón de hombres ilustres de la Asociación de Escritores y Artistas españoles. Este panteón es una de las muchas manifestaciones de una de las corrientes fúnebres propias del siglo XIX: agrupar en un espacio determinado «las glorias» patrias, que antes dispersas en un momento en que se produce la desaparición de muchos cementerios tradicionales con el consiguiente peligro de pérdida de los restos, como ya se habían perdido otros, como los de Cervantes o Velázquez.
Cementerio de San Isidro en el Funeral de Cánovas
COMPOSICION ARQUITECTÓNICA
De estructura neoclásica y columnata porticada, su perímetro tiene forma de teatro clásico, unión de semicírculo y rectángulo. Encierra un formidable conjunto de panteones con todos los estilos del siglo XIX. La columnata se interrumpe rítmicamente con dieciséis pabellones, imponentes en su tamaño, dotados de grandes huecos de acceso en forma de arcos de medio punto. Las pilastras que enmarcan los huecos de los pabellones, así como las columnas de la galería presentan capiteles decorados con motivos vegetales entre los que destacan la presencia del animal que es a la vez símbolo de la sabiduría y la muerte, el búho.
Con 49.000 cuerpos, se trata de una mini-ciudad de los muertos cuyos autores son los mismos arquitectos que transformaron el oscuro Madrid medieval en una población ajardinada y de ensanches luminosos: Velázquez Bosco, el marqués de Cubas, Ortiz de Villajos, Arturo Mélida, Segundo de Lema, y otros.
Las grandes familias madrileñas quisieron mostrar que su poder iba más allá de la muerte. En muchas ocasiones los arquitectos debían conjugar sus obras en la capital con soluciones más osadas en la casa de los muertos.
EL MODELO DE PÈRE LACHAISE
El modelo fue el parisino Perc Lachaise de 1804. Este cementerio fascinó a las clases acomodadas del Madrid de mediados del XIX al ofrecerles un sinfín de formas personales de entender la última morada, dentro de un conjunto funerario en donde el paisaje, la ornamentación vegetal, la libertad de perspectivas visuales, las características pintorescas del lugar, las asimetrías, el juego de estilos y materiales de construcción, les permitía unas singularidades arquitectónicas que ningún otro cementerio madrileño les podía aportar y decidieron mayoritariamente que el patio de la Purísima Concepción fuera el lugar idóneo para la construcción de su última morada, después de abandonar los lujosos palacetes que ocuparon en vida, de los que quedan pocos ejemplos, como los que han sobrevivido en la Castellana.
Son numerosas de las celebridades del Siglo XIX y parte del XX que yacen en San Isidro, más o menos conocidas. José Canalejas, Diego de León, los Condes de Casal, Antonio Maura, Alonso Martínez, Juan Donoso Cortés, la Duquesa de Alba que inmortalizó Goya en la Maja desnuda y la Maja vestida, escritores como Moratín, Larra, Mesonero Romanos, la cantante Consuelo Bello (conocida como la Fornarina, lavandera en el Manzanares hasta que saltó a la fama, intérprete de Clavelitos y estrella prematuramente fallecida), el torero Frascuelo, familiares de Goya, de Primo de Rivera y más y más nombres que gozaron de protagonismo en otros tiempos y que ahora reposan en lápidas envejecidas, como el dictador cubano Batista.
El camposanto también ha permitido convivencias imprevistas, como la de la duquesa de Alba y Pepita Tudó, con Goya de por medio.
Durante la Guerra Civil el cementerio fue escenario de batallas y gran parte de las piezas de bronce se robaron para fundirse, pero nos quedan la arquitectura y la escultura.
PANTEON DE HOMBRES ILUSTRES
Obra del arquitecto D. Joaquín de la Concha en 1885, fue erigido bajo el gobierno del Liberal Mateo-Sagasta, para albergar a cuatro destacados personajes de la historia de España que murieron en territorio francés. El pintor Francisco de Goya cuyos restos fueron traídos de Burdeos y posteriormente trasladados a la Ermita de San Antonio de la Florida en 1918; el filósofo Donoso Cortés y los poetas Leandro Fernández de Moratín y Juan Meléndez Valdés.
El monumento tiene forma triangular donde se adosan tres sepulturas en forma de aspa. Contando en las cabeceras, con los bustos de los personajes en relieve, dentro de medallones rodeados de coronas de hojas de acacia y en la parte baja en la unión de ambas ramas la estrella flamígera o de cinco puntas.
La columna funeraria sobre basamento octogonal, tiene fuste estriado dividido en cuatro cuerpos, haciendo a su vez de monumento conmemorativo. Tiene en su cúspide la figura de “La Fama” de Ricardo Bellver. La escultura tiene forma de mujer alada que contornea el torso, otorgando movimiento y ligereza a la figura su túnica de múltiples pliegues.
Actualmente reposan los restos del General Diego de León, Conde de Belascoain, fusilado en la cercana pradera el 15 de octubre de 1841, trasladado de los antiguos patios, como también reposan los del músico D. Francisco Asenjo Barbieri o el autor de Zarzuelas Cristóbal Oudrid.