La explotación sostenible de las masas boscosas ha sido una de las actividades predominantes de la Sierra Norte de Madrid desde tiempos inmemoriales. La madera es un material de construcción fácil de trabajar, duradero con los cuidados adecuados, y cercano en el espacio.
Cuando hablamos de patrimonio histórico pensamos en los grandes monumentos, catedrales e iglesias. Sin Embargo, existe otro patrimonio histórico, abandonado a su suerte durante años, y que ahora comenzamos a apreciar. Este es el PATRIMONIO INDUSTRIAL, ligado a la actividad económica, tan antigua como el hombre mismo.
LOS MONTES DE VALSAIN
Situados en la vertiente Norte de la Sierra de Guadarrama, dispone de 10.668 hectáreas de masa boscosa en las cabeceras de los valles del Valsaín (Eresma), Acebeda y Peces.
Tres pasos naturales comunican las dos mesetas en esta zona, al Este el puerto de los Cotos o del Paular (1.830 m.), al Sureste el de Navacerrada (1.850 m.) y al Suroeste el de Fuenfría (1.796 m) donde encontramos la calzada romana.
En función de la altitud, nos encontramos tres especies dominantes: Encinares; llegando hasta los 1.000 m. de altitud, Robledales, entre los 1.050 y los 1.350 m. de altitud y finalmente los Pinares; formados por pino albar o pino silvestre y que ocupa las tres cuartas partes de los Montes de Valsaín, desde los 1.200 y hasta el límite de la vegetación arbórea, en torno a los 1.900 m.
El Pino Valsaín alcanza portes majestuosos, llegando a los 30 metros de altura, y su madera tiene unas características mejores a las de otras pinos, son muy conocidas su dureza y durabilidad, ya que sus anillos de crecimiento están más juntos, aumentando su densidad y mejorando sus características mecánicas.
EL USO DEL MONTE DE VALSAÍN. EL LIBRO VERDE
El Regidor de Segovia Francisco Arias de Verastegui en el conocido como «Libro Verde» de 1611, nos ilustra «El Monte de Valsaín tan famoso por su grandeza y muchas calidades, es de esta Ciudad y Linajes.”. «es de común parecer que ya era de la Ciudad antes de la toma de Madrid por los capitanes segovianos Don Fernán García de la Torre y Don Día Sanz de Quesada en tiempos del rey Alfonso VI».
Es en este Libro Verde donde se recogen los usos y formas de aprovechamiento del Monte. Hay madera de Valsaín en los monasterios de El Parral de Segovia, de Santa María la Real de Nieva, de La Mejorada de Olmedo, o de San Lorenzo de El Escorial. En Segovia en la Casa de Moneda y en el Alcázar. Existen documentadas peticiones de madera para los palacios de la Zarzuela, El Pardo y Aranjuez y, a partir de 1720, para el palacio de La Granja de San Ildefonso.
En 1761, Carlos III decidía su incorporación a la Corona, atendiendo a que «era visible el menoscabo y atraso que experimentaban los pinares, matas, y robledales de Valsaín, Pirón y Riofrío, pertenecientes a la ciudad de Segovia, su noble Junta de linajes y el común de aquella Tierra, ocasionados por los incendios acaecidos y de las desarregladas cortas y talas ejecutadas por gabarreros, asentistas y arrendadores, tratantes de madera…,” considerando que incorporarse a la Corona era el único medio para conseguir su cría, aumento y conservación,. De estos territorios se excluyeron “los pastos de invierno y verano, aguas y demás frutos, aprovechamiento de leñas muertas y secas que actualmente gozan los pueblos e interesados comuneros…».
DEL HACHA Y LA SIERRA A LA MÁQUINA DE VAPOR
La explotación del Pinar de Valsaín se realizó primeramente de forma manual. El corte con hacha y las grandes sierras de aire han perdurado, sobre todo en momentos difíciles, llegando a convivir con la mecanización.
Madoz (1845-1850) recoge el primer intento de mecanización en la explotación del pinar «: A 1/4 de leg. S. Se empezó el 13 de junio de 1825 y concluyó el año 29, una máquina de serrar maderas, que consiste en una rueda hidráulica que da movimiento a otras dos más pequeñas, y hacen andar a la vez 13 sierras: se trabajó en ellas cuando el real patrimonio tuvo por su cuenta las cortas de madera, pero en el año de 1833 cesó esta elaboración y se halla cerrada.”
Cerrado el aserrío hidráulico, por su escaso rendimiento debido a la falta de agua en el verano y a los hielos de los crudos inviernos, no es hasta el año de 1874 cuando el Inspector General de Montes, Roque León de Rivero, y tras viajar por España, Inglaterra, Francia, Bélgica y Holanda, redactó una memoria, origen del Real Aserrío Mecánico de los Montes de Valsaín, que iniciaría la actividad en 1884.
EL EDIFICIO DEL REAL ASERRÍO
Con planta en forma de U, está formada de un módulo central rectangular 63 x 14,5 metros, al que se le han adosado en cada extremo otros dos alas de 8,5 x 20 metros. Los tres rectángulos coinciden en una misma alineación en el muro posterior.
La fachada principal se dispone al oeste, disponiendo al norte la máquina de vapor. En el módulo central se encuentran la sala de calderas, el comedor, la sala de aserrío propiamente dicha, la sala de afilado de sierras y la sala de forja.
En el módulo Sur estaban situadas las oficinas, en la planta baja, y la vivienda del director en la planta alta.
La gran nave central es un espacio diáfano de una altura libre de 4,8 metros, con cubierta a dos. La cubierta, como no, es de madera, con terminación en pizarra, realizada con cerchas de pino que se apoyan en pilares de ladrillo.
En la parte superior de los pilares encontramos cristaleras que permiten iluminación natural y en la zona inferior un cierre metálico de persiana enrollable hace posible el paso total por el hueco.
En el sótano, se encuentran el eje de transmisión que partiendo de la máquina de vapor recorre toda la sala; la cinta transportadora y elevadora que recogía el serrín y las virutas y las conducía hasta las calderas; y las bancadas y cimientos de las máquinas herramientas de la sala superior.
Los muros perimetrales de carga se realizaron por verdugadas, las esquinas y las jambas de los huecos con ladrillo macizo y entrepaños de mampostería, todo ello recibido con mortero de cal.
Este cuidado por la construcción y los materiales, pensando en que duren, nos demuestra que una instalación industrial puede ser funcional, hermosa y además estar bien construida, con materiales que se encuentran en las cercanías.
LA IMPORTANCIA DE LA SEGURIDAD
Nos encontramos ante un edificio en parte realizado en madera, que utiliza para aserrar el propio material que sierra como combustible, no desperdiciando ni el serrín que se produce como desecho de los cortes, así que el tema de la seguridad también fue pionero en su época.
Primero, por la transmisión del movimiento del único motor de la fábrica, la máquina de vapor, que habitualmente transmitía el movimiento por medio de múltiples poleas, correas y ejes, por lo general elevados y vistos, que en otras instalaciones provocaron numerosos accidentes entre los operarios.
En el proyecto se separaron las zonas más peligrosas por su funcionamiento y manipulación (máquina de vapor y calderas), de las de un mayor trasiego humano (sala de aserrío) y se ocultó el eje de transmisión y la cinta transportadora de virutas y serrín por debajo del pavimento. Con esta disposición se conseguía una zona de trabajo «limpia» y aislada de las zonas donde existía mayor peligro de accidentes.
En torno a la fábrica se tuvieron que montar unos 800 metros de vía férrea por los que circulaban vagonetas que llevaban las trozas a aserrar y las sacaban una vez elaboradas.
D. Jesús Gala Gancedo, que desde 1926 a 1981 trabajó como maquinista en el Real Aserrío, relata que trabajaban al cargo del conjunto motor tres operarios: un maquinista, al cuidado de la gran máquina de vapor; un fogonero, al cargo de las calderas y un encargado de la vigilancia de la cinta transportadora de serrín y viruta hacia las calderas.
De su seguridad, decir que en toda su vida de trabajo no se produjo ningún accidente humano.
Santiago Durán García
Arquitecto Técnico (UPM)
MDI Máster En Dirección Inmobiliaria (UPM)
EEM Gestor Energético Europeo (UPM European Energy Manager)
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