Talamanca del Jarama no sólo es ese pueblo por el que pasamos desesperados para evitar los atascos que se forman en la A-1,es una villa con más de 1.200 años de antigüedad, una joya con 5 bienes de interés cultural, uno de los patrimonios más extensos al norte de Madrid, a la altura de Buitrago o Torrelaguna.
Talamanca tiene un importante patrimonio arquitectónico, en donde destaca el Puente Romano-Medieval, la Iglesia de San Juan Bautista, el ábside de los Milagros (siglo XII), la Cartuja (siglo XVII), la zona del Arrabal (siglo XVIII) y su recinto amurallado (de todas las épocas: romana, visigoda, islámica y cristiana).
La Muralla de Talamanca del Jarama es Bien de Interés Cultural desde Junio de 1931, por algo será.
ORIGENES HISTÓRICOS
Los orígenes de Talamanca se remontan a la Edad del Hierro. En la época romana, el Puente entre las rutas de Somosierra – Complutum (Alcalá de Henares), y la del sur del Sistema Central, da lugar a una villa romana del siglo IV, existiendo restos visigodos en el yacimiento de la necrópolis del Cerro de las Losas, 621 d.C.
Talamanca se convierte en ciudad fortificada, allá por el año 860, construyendo en el lado derecho del río Jarama atalayas, como la del vellón o el Molar, para vigilar la entrada natural de los cristianos por Somosierra. Junto con la recién fundada Madrid serán las defensas adelantadas de Toledo y Alcalá, siendo objeto de ataques por su posición fronteriza. Una época complicada, ya que existe constancia de destrucciones en los años 861, 878, 939, 1047, 1050, y 1062. Finalmente, en 1086, las villas y aldeas dependientes de Talamanca pasan a los reinos cristianos, y tras la caída de Alcalá, en 1118, se pierde además su importancia estratégica.
En el siglo XIII, el arzobispo Jiménez de Rada reconstruye y amplia el recinto amurallado, al igual que hizo con las murallas de Alcalá de Henares, y a finales del siglo XIV, durante la crisis de la monarquía castellana, se ampliaron nuevamente las murallas, hasta conseguir el tamaño del recinto que se reconoce hoy en día.
Durante el siglo XV la villa conserva su posición privilegiada, pero a partir del 1474 empieza a perder importancia y sufre el despoblamiento paulatino.
En 1574, Felipe II obtiene una bula del Papa Gregorio XIII, por la cual Talamanca deja de pertenecer al arzobispado de Toledo para pasar a la Corona. A lo largo del siglo XVI, el censo de la ciudad baja desde los 450 ciudadanos en 1571, hasta los 350 en 1580. Y durante el siglo XVII la población disminuye aún mas, acrecentándose la decadencia de Talamanca de Jarama.
De esta época data la construcción de la Cartuja por parte de los monjes de El Paular, utilizada como despensa donde guardar las enormes reservas de grano y vino del monasterio, cuya zona de influencia incluía a Talamanca.
MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN EN TALAMANCA
En Talamanca se utilizan materiales de construcción tradicionales como la piedra, el tapial y el ladrillo. La piedra, en tonos cremas y dorados, aparece en el Puente, la Iglesia de San Juan Bautista y en zócalos y zonas puntuales de la Muralla. El tapial se encuentra en numerosos paramentos de la Muralla, sobre los anteriores basamentos de piedra.
La piedra, podría ser del afloramiento que va desde San Agustín de Guadalix hasta El Molar, para continuar bordeando el cerro entre El Espartal y El Vellón, y luego dirigirse hacia Redueña y Venturada.
Entre las canteras más próximas al Puente estarían El Molar, El Espartal o El Vellón, que distan 4 a 6 Km en línea recta, y cuesta abajo, lo que facilitaría el transporte.
La mampostería es un material muy utilizado, que se aprecia tanto en el Puente como en la Muralla, y que generalmente aparece en las zonas restauradas de ambos.
EL PUENTE DE TALAMANCA
El caudaloso río Jarama y sus caprichosos movimientos laterales, que dejan en la zona del valle del Jarama numerosos meandros y curvas condenadas, por los cambios del trazado del río, obligaron a los romanos adosar al Puente grandes tajamares, aguas arriba.
Tal vez es en el Medievo cuando se gira hacia el norte la entrada oeste del puente, alargándolo poco a poco y desviándolo hacia el Oeste en distintas etapas, y dejándonos este puente de diferentes anchuras y prolongaciones, en tramos girados entre sí.
Se debieron hacer varias restauraciones, hasta que se pierde su uso hacia el año 1580. En 1973 se rebaja la salida hacia la Dehesa para ser utilizado por los viandantes, dejando al aire las cimentaciones. Finalmente, se reconstruye la salida y la bóveda del gran arco y también se colocan las losas de la plataforma, al haberse hundido la bóveda nº5. En 1996 se efectúan otras intervenciones urgentes, introduciéndose nuevos materiales, es en este año en que se declaró Bien de Interés Cultural.
MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN
Los sillares más antiguos son grandes y alargados, de 1.30 x 0.80 m. El resto de sillares utilizados en las otras bóvedas y los empleados en la restauración de la primera, son de tamaño más modesto, 0.55 x 0.40 m.
Debido a las restauraciones, aparecen zonas construidas con sillarejos de dimensiones muy diversas, por lo general inferiores a los 0.40 m.
CANTERÍA
Los diferentes sillares y sillarejos presentan diferencias relativas a las diferentes épocas en que se construye.
En primer lugar, se utilizaron unas dolomías (roca sedimentaria) muy puras con las que se construyó principalmente la boquilla del arco nº1, así como las losas de la calzada, que cubrieron el Puente en su origen.
Otro tipo completamente distinto de dolomías, son las que aparecen en los paramentos de las bóvedas nº 2 y nº 3, constituidos por sillares o carretales de tonalidades rojizas.
Para la construcción de la bóveda nº4 se utilizó otro tipo de piedra, mejor trabajada, y la cantería es más de sillares que de carretales, con tonalidades amarillentas o tostadas.
En las partes basales de los muros, de las rampas del Puente, aparecen en la mampostería de bloques, grandes carretales de un material completamente diferente. Son unas calizas con gran cantidad de fósiles en las que pueden reconocerse restos de algas y gasterópodos.
Materiales parecidos se presentan en la última restauración de la boquilla del arco nº5. Son unas calizas grisáceas, muy compactas y duras que corresponderían a piedras procedentes de las denominadas canteras de Campaspero (Valladolid).
MAMPOSTERÍA
La mampostería se construye con cantos rodados de la vega y de las terrazas del Río Jarama. Estos materiales son restos de rocas metamórficas del Sistema Central, transportados por las aguas del río y depositados en estas cuencas. Durante el transporte, poco a poco se van redondeando, resultando unos bloques de tamaño mediano a grande, es decir, entre 25 y 51 cm.
ENTORNO NATURAL.
Para los aficionados de la bici, el valle del Jarama es un paraíso de caminos por los que perderse, pero hay una zona, el entorno del puente y las orillas del Jarama, que no hay que dejar de ver. Una zona por descubrir es el puente peatonal que une las dos orillas, a la altura de Talamanca, difícil de encontrar porque no aparece en los GPS.
Como todos los tesoros por descubrir, la mejor forma de localizarlo es preguntando a algún lugareño, recorriendo la orilla del Río, o bajando al río por el camino natural desde la murallas.
Como resumen, estamos ante uno de los puentes más desconocidos de la Zona Norte de Madrid, con siglos de historia que lo contemplan, uno de los pocos que de verdad se pueden denominar de origen “Romano” en toda la Comunidad de Madrid.
Acérquense a visitarlo, merece la pena, por el propio puente y por su entorno.
Santiago Durán García
Arquitecto Técnico (UPM)
MDI Máster En Dirección Inmobiliaria (UPM)
EEM Gestor Energético Europeo (UPM European Energy Manager)
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