1936 – 1960 EXILIO INTERIOR
La guerra civil cambiaría de nuevo el destino de Leopoldo Torres Balbás. El 18 de julio de 1936, fue sorprendido por la sublevación militar mientras se encontraba realizando una de las frecuentes excursiones con sus alumnos por tierras sorianas. Estando en la zona sublevada, no pudo regresar a Madrid y hubo de permanecer en Soria. El nuevo comandante militar en Granada de las tropas sublevadas, destituyó el 25 de agosto a Torres Balbás de sus cargos de arquitecto conservador de la Alhambra y de Zona, En la carta de cese se citaban entre las razones el ser «persona afecta al régimen de zquierdas, simpatizante con los militantes del Frente Popular».
Tras el verano, Torres Balbás comienza a enseñar Historia y Dibujo en el Instituto de Segunda Enseñanza de Soria. Así, unas generaciones de sorianos tuvieron el privilegio de tener a uno de los mejores historiadores y restauradores del siglo XX de profesor de bachillerato, en Madrid, su domicilio de Viriato 65 era saqueado y su biblioteca expoliada. «Volvió mi mujer a ver si podía salvar algo de la casa, cuando el cañoneo seguía con gran intensidad, y se encontró con que la habían ocupado y saqueado totalmente milicianos y soldados que la amenazaron con los fusiles. Pudo recoger muy pocas cosas; de ninguna manera le permitieron llevarse papeles y apuntes míos que estaban ya tirados por el suelo (entre ellos una monografía de Almería musulmana en la que había trabajado bastante) y empujada por las culatas tuvo que salir a escape para coger el automóvil cuyos cristales saltaron hechos polvo por la explosión de una bomba próxima«
LA CATEDRAL DE SIGÜENZA
En esos años de la guerra, Torres Balbás encontró un alivio en el trabajo encargado en 1937 y que sería su última obra de restauración monumental: La intervención en la Catedral de Sigüenza.
Habiendo sufrido en la guerra graves destrucciones, comenzó a ser restaurada por Torres Balbás, según el método y los criterios de la CARTA DE ATENAS, habían encontrado en nuestro arquitecto su más ardiente defensor y su más prestigioso exponente.
En 1940, ya terminada la Guerra, Antonio Labrada, que había sido discípulo suyo, tomará cargo de las obras, con una orientación radicalmente distinta. El radical cambio de orientación que se produjo tras la guerra afectó al monumento. Se abandonó así una paciente reparación de los elementos destruidos y consolidación estructural del monumento, que evitaba la imitación de la obra antigua en las molduras y capiteles perdidos, para sustituirla por una obra ambiciosa que no sólo reprodujo elementos desaparecidos, sino que alteró la imagen y la estructura del monumento, alzando una linterna nueva sobre el crucero que falseaba el espacio histórico y la silueta exterior.
LA VIDA ACADÉMICA y LABOR INVESTIGADORA
Desde la Cátedra de Historia de la Arquitectura de la Escuela de Madrid iniciaría Torres Balbás una labor docente que ya nunca interrumpiría hasta su jubilación, formando a muchas generaciones de arquitectos. El testimonio de Fernando Chueca Goitia es muy revelador
“Sus clases eran concienzudas, serias, sin alardes de retórica, pero muy formativas: no solamente enseñaba, sino que educaba por su carácter, por su nobleza de sentimiento y por su sobria elegancia personal. Era además la persona más dispuesta siempre para auxiliar, orientar y ayudar a los alumnos en sus problemas, trascendiendo a veces de la cátedra al consejo personal, como si de un padre se tratara»
Para ello se convierte en un infatigable viajero con sus estudiantes, desarrollando lo que ya en la Institución Libre de Enseñanza había aprendido sobre la importancia de los viajes.
Al finalizar la guerra se encuentra con varios expedientes contra su persona. Su limpia trayectoria, talante liberal, sus posiciones progresistas y su carácter de librepensador no podían sino hacer surgir esas acusaciones en el enrarecido ambiente de postguerra. No pudo probarse actividad política alguna y personalidades de gran prestigio declararon a su favor. Salió indemne de estos expedientes, pero ya había perdido sus cargos de arquitecto conservador de la Alhambra y de la sexta Zona, y a punto estuvo de perder también su cátedra. Fue a partir de ese momento un proscrito para los estamentos oficiales, que prescindieron de su labor, se dilapida un proceso que había costado tantos años construir.
ARQUITECTO DE ARQUITECTOS
Durante tres décadas Leopoldo Torres Balbás formó a generaciones de arquitectos, enseñándoles a leer e interpretar la arquitectura histórica. Su amplia erudición, su comprensión integral de las arquitecturas, sus métodos modernos, apoyando la enseñanza en constantes viajes por la geografía española, calaron en numerosas generaciones de arquitectos.
Además de su actividad docente, en 1940 es nombrado Jefe de Sección del Instituto Benito Arias Montano, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, desde donde trabajará intensamente en la investigación del arte y la arquitectura hispanoárabe.
Las investigaciones de Torres Balbás sobre arquitectura islámica le valdrán ser nombrado académico de numerosas academas de bellas Artes, en su discurso se describe:
” Mi condición inalienable de hombre seco, escaso de imaginación, más castellano que andaluz, aunque de las dos regiones tan diversas pudiera reivindicar naturaleza por partes iguales, explica lo breves y poco expresivas de estas primeras palabras con las que quisiera deciros la profunda gratitud sentida por un honor que juzgo excesivo y fuera de escala con la modestia de mi parva labor. Si así hoy, con sinceridad plena, me lo parece, aún más desproporcionado lo estimé cuando algunos académicos quisisteis anticipar este acto de hoy hace un cuarto de siglo.»Durante toda la vida trasegué esas pócimas, a veces amargas, pero siempre saludables, que hoy llaman introspección y autoanálisis. Aplicadas en este caso, la única explicación que encuentro a que trabajos opacos y llenos de fallos como son los míos hayan merecido vuestra atención es, aparte de la generosa amistad, el propósito de resaltar la fidelidad a una vocación a la que consagré mi vida, por el estudio y conservación de los monumentos del pasado.
«Niño aún, mis maestros me enseñaron a amar los viejos edificios, testigos elocuentes como pocos del acontecer histórico, la más pequeña de cuyas piedras habla al espíritu de quien los interroga.
«Pero los viejos edificios, más o menos alterados por el paso de los siglos, en frecuente complicidad con la fiebre destructora y la torpeza humanas, no son más que islotes, testimonios aislados de civilizaciones desaparecidas. Para intentar comprenderlos, es necesario evocar el ambiente en que se levantaron, reconstruir idealmente el medio capaz de crearlos y el conjunto urbano del que formaron parte.
La labor investigadora de Torres Balbás se centra a partir de 1940 casi exclusivamente sobre la arquitectura, el urbanismo y la arqueología islámica. Algunas críticas sobre restauración o sobre otros aspectos de la historia de la arquitectura serán la excepción a un campo de estudio voluntariamente acotado.
Su obra se compondrá a partir de este momento de dos núcleos básicos: La Crónica Arqueológica de la España Musulmana, que dirigirá desde la revista Al Andalus, tratados o monografías. La labor realizada es de una importancia capital para el conocimiento del arte y de la cultura hispanoárabe.
Fundamentales para el estudio de la arquitectura islámica española son el Arte almohade, nazarí y mudéjar publicado en la colección Ars Hispaniae y el Arte hispanomusulmán hasta la caída del Califato de Córdoba.
EL FINAL
En el otoño de 1960 Torres Balbás sufre un accidente al ser atropellado por una motocicleta. Estando ya casi repuesto, una brusca recaída siega de forma imprevista su vida. En la necrológica se relata lo ocurrido:»Atropellado por una motocicleta la semana última, Torres Balbás tuvo perdido el conocimiento durante varias horas, pero, recobrado éste y creyéndose restablecido, se reintegró a su labor diaria. El domingo último, día 20, sufrió, sin embargo, un nuevo ataque, al que siguió una intervención quirúrgica y falleció en la mañana del día siguiente«.
El día 22 de noviembre de 1960, a las cinco de la tarde, un cortejo fúnebre parte del número 63 de la calle Viriato hacia el cementerio de la Almudena. Al entierro asisten numerosos académicos, catedráticos de universidad, arquitectos e intelectuales.
Telegramas y cartas de pésame llegan de instituciones y particulares de varios continentes. Pero todo se desarrolla, como indica Alfonso Muñoz Cosme, de forma sencilla, en el silencio de la tarde de un martes del otoño madrileño.
BIBLIOGRAFIA
La vida y la obra de LEOPOLDO TORRES BALBÁS Alfonso Muñoz Cosme
Exposición Leopoldo Torres Balbás y la Restauración Científica
Santiago Durán García
Arquitecto Técnico (UPM)
MDI Máster En Dirección Inmobiliaria (UPM)
EEM Gestor Energético Europeo (UPM European Energy Manager)
M. 618.519.717
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